José Ignacio Quintón

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Nació en Caguas el 1ero. de Febrero de 1881, pero su familia se trasladó a Coamo contando él solamente dos años de edad. Comenzó sus estudios musicales desde muy niño, siendo su primer maestro su propio padre, el francés Don Juan Bautista Quintón y Luzón, quien era un compositor y organista con grandes conocimientos de instrumentación y teoría musical, graduado del Conservatorio de Música de Paris. Más tarde recibió lecciones del notable pianista y compositor Catalán Don Ernesto del Castillo.

Así luce actualmente la casa donde vivió Quintón,
ubicada a dos bloques de la plaza principal. Una
tarja marca el lugar con la siguiente inscripción:

José I. Quintón
1881 -1925
Aquí vivió la etapa más creadora
de su vida y aquí falleció este insigne
compositor y músico. Se inspiró en
la pradera coameña y le dió lustre
a Coamo y al país con su arte
inmaculado.
 

Ya a los nueve años había ofrecido Quintón su primer concierto y a los once acompañó al insigne violinista cubano Brindis de Salas quien, al concluir el concierto esclamó muy emocionado en el escenario (y acertadamente predijo): "Bravo, muchacho. Tu serás una gloria de la música".

Desde esos primeros triunfos, Quintón, con plena confianza en sí mismo y verdaderamente enamorado de su arte, consagró sus anhelos al estudio y cultivo de la música en sus varias formas, incluso dirigiendo bandas escolares y municipales, y dando lecciones de piano, violín y otros instrumentos.

Ya en 1917, cuando apenas se conocían en Puerto Rico, tocaba él piezas de Debussy, Ravel, Schoenberg y otros compositores, de los cuales adquirió amplia información por numerosas revistas musicales que leía en inglés, idioma que aprendió pacientemente por sí solo, con el único objeto de poderse beneficiar intelectualmente de tales lecturas.

Quintón fue un compositor fecundo. Aún en sus primeras danzas - que escribió siendo todavía un adolescente - tales como: Confía, Mi estrella, Amor Imposible y otras, se advierte el afán de innovar que experimentó en toda su carrera.

Además de la danza, cultivó otros géneros y obtuvo numerosos premios en certamenes locales: Cuarteto para instrumentos de cuerda, Variaciones sobre un tema de Hummel, Obertura, Marcha triunfal, etc. son algunas de sus obras galardonadas. También escribió valses, marchas, nocturnos, música religiosa y varias misas, siendo la más notable una Misa de Réquiem en póstumo homenaje al compositor puertorriqueño Angel Mislán.

Como pianista sobresalía Quintón tanto por su técnica depurada como por sus dotes interpretativas: habílisimo con la mano izquierda y el uso del pedal; gran lector, capaz de leer y transportar a primera vista sin la vacilación más leve cualquier pieza para piano, por complicada que fuese su estructura.

En lo que se refiere a la Danza puertorriqueña, prevaleció en Quintón al igual que en Tavárez y Morel, una honda inquietud para hacer de ésta una pieza de concierto y no omitió esfuerzo alguno para llevar a realidad tan noble propósito. Son notables su serie de Danzas de Concierto, en las cuales hace gala de sus conocimientos y habilidades musicales.

Sin embargo, su danza más popular y reconocida es El coquí una danza de sencilla melodía y progresión armónica impretensiosa. En ella el maestro Quintón utiliza un tema obstinato de octavas que imitan el cantar de este batracio que ha venido a convertirse en símbolo de Puerto Rico.

Mauseleo donde yacen los restos de Quintón
en el Cementerio de Coamo.
 

Personalmente fue un hombre sencillo, modesto y afable. Falleció en el pueblo en que vivió practicamente toda su vida el 19 de Diciembre de 1925. Un hermoso mausoleo guarda sus restos en el cementerio de Coamo y la calle principal de la noble y antigua Villa de San Blás de Illescas se prestigia con su nombre.

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